La historia que hoy les traigo, trata de una señora muy especial y querida por todos los que la conocemos, doña Blanca o como le decimos cariñosamente,“ Blanquita" una viejita muy dulce. Blanquita es una señora entrada ya en edad, no se exactamente cuantos tendrá, pero se le notan que son bastante. Ella es oriunda del hermano país de Colombia, tierra de Gabriel García Márquez, mi escritor preferido y de la secuestrada y luego liberada por la Farc en estos días, Ingrid Betancourt. Doña Blanquita es una mujer que ha sufrido mucho en la vida, la pobre, se casó con un ingrato señor de su tierra y procreó con él como siete hijos, luego el infeliz la dejó cuando sus hijos eran pequeños y como todo clásico hijo de p…, se vino para acá a los Estados Unidos primero que ella y se lo hizo saber mucho después y lo que es peor ya estando aquí, nunca le mandó dinero para ayudarla con todos esos muchachos. Uno de sus hijos, murió a la edad de tres añitos, salió hacia el medio de la calle, buscando una pelota que se le había escapado de las manitas y luego fue atropellado por un carro y otro de sus hijos se lo secuestraron una noche, ya siendo un hombre y luego al estar desaparecido por casi una semana, lo encontraron muerto a cuchilladas, pero según ella nos contó, que luego de andar por las calles con sus otros hijos e hijas, desesperada buscando a su hijo perdido antes de que apareciera , le llamaron de la policía y le entregaron un cadáver con el rostro desfigurado, pero ella dice que no era el de su hijo, pero que como quiera sabe que él está muerto, de eso ya han pasado como seis o siete años.
Aparte de haber tenido a sus siete hijos paridos por ella, me contó que ha criado a más de diez niños más, con toda y su pobreza y se vino para acá hacia Kissimmee a buscar la plata como dice ella para darle de comer a sus hijos los propios y a los de crianza también. Ella trabaja en limpieza en el mismo hotel en donde trabajo yo, para una compañía de contrata para limpieza, todo el día sin descansar doblando turnos, osea, día y noche y al otro día temprano la vemos cuando la pasamos a buscar para llevarla para allá, con mucho ánimo para comenzar a laborar de nuevo. Muchas veces cuando la hemos pasado a recoger, el señor José el que nos da el “ride”, al verla de lejos dice “ ahí está Blanquita la pirata” , la llama así pues ella no tiene a alguien específico para que la lleve día por día a trabajar, ella solo se para en el camino y cualquiera que pase por allí la ve y la recoge, como muchas veces nos ha tocado a nosotros hacerlo, hasta suerte tiene de que siempre aparece alguien y la lleva, quizás porque todo el mundo la conoce allí y la quiere, por ser una viejita tan dulce y a muy pesar de su vida tan trágica, siempre sonríe y tiene buen ánimo y disposición en la vida para luchar por sus hijos. Diganme, no es ella digna de admirar y de haberme inspirado para contar su historia?
Don José, doña Blanquita y don Antonio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario